Conclusiones del Coloquio Internacional "Luciano de Samosata: escritor griego y ciudadano romano".

Pilar Gómez

Los días 16, 17 y 18 de noviembre tuvo lugar en el aula Ramón y Cajal del edificio histórico de la Universidad de Barcelona el Coloquio Internacional “Luciano de Samosata: escritor griego y ciudadano romano”, organizado por el grupo de investigación GRAECIA CAPTA, que dirige la Dra. Francesca Mestre. El título del coloquio, donde fueron presentadas catorce ponencias, responde, en líneas generales, a las dos perspectivas principales del estudio de la obra de Luciano: una primera enfocada a descubrir el valor literario de este autor, y la otra dedicada a situarle dentro del mundo donde vivió y a examinar las relaciones con sus contemporáneos.

La sesión inaugural fue a cargo del profesor Carles Miralles, quien disertó, con una intervención titulada "De mi trato con Luciano, sobre la vinculación del Departamento de Filología Griega de la Universidad de Barcelona al estudio de las obras de Luciano".


Luciano: el escritor

En una época de retórica aplicada —para decirlo tomando prestada la terminología de Reardon— Luciano se presenta como un escritor griego mucho más ágil que sus contemporáneos en el uso simultáneo tanto de la literatura del pasado como de los métodos escolares del presente, y su producción responde siempre a un complejo mecanismo literario.

El trabajo del profesor Jesús Ureña (Luciano y los ejercicios de preparación retórica) nos ha mostrado cómo Luciano se ha formado en la paideia griega y cómo utiliza los elementos de retórica aprendidos en la escuela para desarrollar y conformar su propia obra. En su exposición, nos ofreció un panorama general sobre los ejercicios preparatorios, haciendo especial atención en la aplicación de éstos por parte de Luciano en su creación literaria, fijándose sobre todo en el humor como una de las características de las composiciones lucianeas, y también en su modo de ejecución y público al que iban dirigidos. Por ello insistió en que el uso de ejercicios propios de la etapa del gramático en sus declamaciones y, según se apuntó, también en los diálogos era, precisamente, un mecanismo para acercar su actividad como escritor a un público más amplio que no había llegado a la etapa superior de formación en la escuela del retor.

La profesora Manuela García Valdés (Luciano: diálogo y compromiso intelectual) dedicó su exposición, tras situar a Luciano también en su contexto socio-cultural-educativo, a defender la búsqueda continua por parte del Samosatense de la innovación literaria, lejos de ser meramente un imitador, y a explicar cómo esa búsqueda lo inclina hacia otros géneros, especialmente hacia el diálogo que reelabora como algo propio, para expresar así un compromiso social, su visión del mundo. Planteó como hipótesis la deliberada inclinación de Luciano hacia ese nuevo estilo para lograr una mejor aproximación a la verdad, a la simplicidad y dirigir así sus escritos también hacia un público más amplio, menos selecto, justificando ese giro de Luciano en razones de tipo cultural, arraigadas en matrices populares, antropológicas, próximas a la comedia, las cuales explican su actitud lúdica e irrespetuosa que puede entenderse como expresión directa de una visión del mundo contracorriente.

También el profesor Mauro Bonazzi (Luciano e lo scetticismo del suo tempo), al analizar la posición de Luciano sobre el escepticismo de su momento, habló de adaptación por parte de Luciano, quien, a lo largo de sus obras, oscila entre momentos de gran atención hacia las argumentaciones escépticas, y otros en los que su aproximación es mucho más generalista. Explicó, con claridad, cómo el error subyace, por una parte, en la propia situación del escepticismo en la primera edad imperial, de unir la Academia helenística y el pirronismo; y, por otra, en el hecho de que la influencia de pensadores contemporáneos sobre Luciano no significa necesariamente adhesión por parte del autor a los postulados doctrinales, sino que refleja un tono escéptico general, circunscrito, una forma de escepticismo moderado, urbano, habida cuenta de que Luciano critica, en general, cualquier forma de dogmatismo y busca también, como el hombre común, una filosofía más adaptada a la vida, a las necesidades de la sociedad.

La crítica a la actitud de los filósofos, en general, fue también objeto de la exposición presentada por las profesoras Pilar Gómez y Montserrat Jufresa (Llucià a taula: aliments i simposi), focalizada esta vez la denuncia de los filósofos en su indigno comportamiento en un banquete, descrito por Licino y elaborado sobre la tradición literaria del simposio socrático-platónico y sobre el referente mítico del banquete nupcial al que asistieron Centauros y Lapitas. En la destrucción literaria del banquete llevada a cabo en el Simposio o Lapitas Luciano se sirve de la parodia y, por ello, nos fijamos especialmente en cómo el samosatense presenta algunas figuras clave de la tradición simposial, sin renunciar tampoco a analizar esta obra como un ejemplo más de la fusión entre filosofía y comedia, habida cuenta del tratamiento que este género da al deseo de satisfacer necesidades primarias, entre les que la alimentación ocupa un lugar destacado.

El profesor Baudouin Decharneux (Lucien de Samosate: un libre pensateur avant l'heure?) insistió también en la crítica feroz de Luciano hacia todas las escuelas filosóficas, dada la contradicción que en todas ellas observa el de Samosata entre “decir” y “hacer”, actitud que puede ser definida como puramente sofística. La crítica de Luciano lleva implícita, se argumentó, una reivindicación del mos maiorum en el contexto religioso de su momento, caracterizado por una eclosión de superstición y de nuevas religiones –incluido el cristianismo–, en la búsqueda de la conciencia, de la introspección para dar respuesta a cuestiones fundamentales que también son, en definitiva, objeto de la filosofía. Se tuvo en consideración, además, que en los escritos considerados apócrifos por buena parte de la tradición se puede entrever todavía una crítica mucho más radicalizada y directa hacia aquellas tendencias de pensamiento y de acción alejadas de una visión más próxima al racionalismo de otros momentos.

Otra obra en la que Luciano se burla de la superstición y los rituales mágicos es Lucio o el asno. El profesor Tim Whitmarsh (Pleasures of the Ass) nos ha mostrado algunos peligros que comportan estas prácticas. En efecto, Lucio está especialmente interesado en cobrar, mediante metamorfosis, cualquier otro aspecto para poder conocer así otras formas de vida. A Lucio estas nuevas formas le producen innumerables placeres porque su transformación ha sido sólo física y, por lo tanto, su mente se conserva intacta. Sin embargo, el protagonista desea recuperar su condición, física, como hombre cuando descubre que la metamorfosis sufrida le incapacita para hablar. En este momento la obra muestra una dualidad entre el protagonista incapaz de comunicarse y expresarse y el narrador que, en primera persona, cuenta lo sucedido y todo cuanto va observando. La identidad del protagonista va vinculada a su nombre y, por lo tanto, sólo cuando recupera la capacidad de articularlo correctamente consigue recuperar también su identidad como hombre. Lucio, el nombre del narrador en primera persona, provoca problemas de atribución de esta obra, como muestra el texto de Focio referido por Whitmarsh al inicio de su exposición. De nuevo nos hemos encontrado con una posible máscara del autor que nos hace cuestionar si Lucio es otro alter ego de Luciano-Licino.

Precisamente, cómo se presenta el escritor, qué pseudónimos utiliza, ha sido el tema central de la exposición de la profesora Karen Ni-Mheallaigh (The game of the name: identity and fictionality in Lucian), quien examinó con detalle la habilidad de Luciano para ir escogiendo precisamente los nombres de sus distintas personae en función de su propio interés por desmarcarse y alejarse en tanto que autor de la escena de su propia obra; salvo en aquellos casos –y las Verae Historiae son un ejemplo emblemático de ello– en que se reconoce abiertamente que el contenido de la narración es del todo falso, es decir, cae en el ámbito del ψεῦδος, de modo que este juego de nombres llevado a cabo por Luciano ilustra bien el peso del nombre del autor en los distintos tipos de discurso, al tiempo que enfatiza el problemático papel del autor en relación con una obra de ficción.


Luciano: el ciudadano (crítico)

La profesora Catherine Darbo-Peschanski (Le genre historique selon Lucien: entre Grèce et Rome) al situar la contraposición de Luciano escritor/ciudadano desde la perspectiva de la historia como género literario, nos permite acercarnos a las intervenciones de este coloquio dedicadas a Luciano como hombre de su tiempo. Para ello repasó, primero desde una perspectiva diacrónica, el significado de los distintos términos relacionados con el campo semántico de escribir e historia (συγγράφω, συγγραφεύς, ἱστορία…). A continuación, tomando como referencia principal la obra de Luciano titulada Como hay que escribir historia, refirió las distintas clasificaciones y extensiones del término “historia” desde la óptica de la influencia retórico-gramatical, de modo que Luciano puede ser considerado como un autor cuyo gran conocimiento de la cultura retórica lo lleva a ser especulativo en el uso de las categorías retóricas y a redefinir los géneros. El samosatense, en una voluntaria confusión entre los valores del término como género y como especie, deja un resquicio para poder introducir también obras de imaginación en un relato histórico, al tiempo que el elogio dentro del relato historiográfico derivaría directamente de la propia posición histórico-política de Luciano. La profesora Darbo-Peschanski abogó por una necesaria especificación, desde las propias categorías griegas, del estatuto de la imaginación en la creación literaria de Luciano.

El tema del viaje fue presentado por el profesor Javier Gómez Espelosín (Luciano y el viaje: una estrategia discursiva) como otra forma, como una estrategia de Luciano, para alejarse de la realidad que describe en sus obras. El motivo de los viajes no tiene, pues, en la obra de Luciano, una funcionalidad narrativa, sino literaria, ya que, por el contrario, Luciano incluso abomina de los autores que echan mano de ese tipo de relatos. Ello no impide deducir en la obra de Luciano algunas informaciones relativas a los viajes que bien pueden derivar de su personal experiencia y no sólo de su cultura libresca, aunque Luciano se muestra mucho más interesado por lugares fabulosos, marginales (aéreos o subterráneos…), por los confines en definitiva, que por la mera descripción del recorrido. Al mismo tiempo hay que poder justificar el “ansia de explicación viajera fabulosa” que se encuentra en Verae Historiae. De nuevo, pues se planteó aquí, en esta intervención, las relaciones entre veracidad e invención en la obra de Luciano.

Sin embargo, más allá del viaje como estrategia, y a pesar de que su reflejo fuera de escasa repercusión en su creación literaria, Luciano viajó por el imperio y durante su periplo se pueden fechar determinadas obras. Por ejemplo, Como hay que escribir historia fue una obra compuesta durante su estancia en Antioquía acompañando al emperador Lucio Vero, así como Sobre la danza, Retratos, En defensa de los retratos. De estas obras, nos habló el profesor Alain Billault (Lucien, Lucius Verus et Marc Aurèle), argumentando como fueron escritas para honrar y elogiar al emperador, hombre especialmente interesado en la elocuencia, para renunciando así a escribir historia como un vulgar adulador del poder imperial. Proceder parecido motivó a Luciano a escribir la Apología, obra compuesta durante el reinado de Marco Aurelio y durante la estancia de Luciano en Egipto desempeñando un cargo administrativo. El profesor Billault defendió el virtuosismo de Luciano para ser un escritor que no ignora el poder imperial sin perder su propia dignidad. Y uno de los recursos utilizados por Luciano, por ejemplo, en Retratos es de nuevo el juego de personalidad a través de Licino.

Del viaje real y estancia en Egipto, el profesor Alain Martin (Lucien et l'Egypte), suscribiendo la hipótesis de Luciano como archistator, dio cuenta en una ilustrativa y sugerente exposición en la que defendió la importancia del samosatense como fuente de información originaria y directa para algunos aspectos de la civilización y cultura egipcia, tales como la representación del río Nilo, la celebración del banquetes funerarios, o el estado de las prisiones en Egipto. En la argumentación se utilizaron no sólo pasajes de obras del propio Luciano, sino también documentos arqueológicos y papiráceos; aportación de realia, especialmente interesante tratándose de un autor tan resbaladizo como Luciano por lo que a creación, ficción, mentira y realidad se refiere.

El contacto con otros pueblos y siendo él mismo un "oriental" suscita en la obra de Luciano un interés especial por el tema lingüístico, como se ha puesto de relieve en dos intervenciones. El profesor Bruno Rochette (Lucien et la problématique des langues étrangères) nos desveló el despertar de una conciencia lingüística en la obra de un “extranjero” en la que los matices son variados: se muestra orgulloso de ser bárbaro; pueden tomarse en consideración otras lenguas además del griego, lengua de civilización indiscutible; el latín es la otra lengua oficial; hay lenguas en contacto, que conviven. La tesis defendida fue, en definitiva, demostrar a partir de la problemática lingüística, cómo Luciano una vez más es un innovador en el legado de paideia, pues al asumirla, no asumió el menosprecio tradicional por los bárbaros, mostrando así una actitud respetuosa y plural ante una gran diversidad de pueblos en un mundo cosmopolita ideal.

Igualmente, las profesoras Francesca Mestre y Eulàlia Vintró (Lucien ne sait pas dire bonjour) han recalado en el interés de Luciano por el tema de la lengua, a partir de una anécdota ocurrida precisamente durante la estancia del samosatense en Egipto y que refiere en la προλαλιά Pro lapsu, que sería un elogio de las divinidades de la salud, Asclepio y Higeia. Esta obra describe una salutatio y el error cometido en ella, del todo inconveniente en las reglas de protocolo establecidas, sirve al samosatense para reflexionar, desde una posición cómica y crítica a la vez, sobre las equivocaciones que se producen con el contacto entre lenguas diversas, en este caso entre las dos lenguas "oficiales" del imperio, una culturalmente, la otra desde el punto de vista político. En su exposición se han cuestionado también si la fijación de fórmulas describe quizás una actitud romana frente a la tradición griega.

Finalmente, el profesor David Konstan (Anacharsis the Roman, or Reality vs. Play) mostró, desde otra perspectiva, la contraposición entre la cultura griega y la vida romana –representada en este juego de espejos tan propio de Luciano, precisamente por un bárbaro, Anacarsis–. El motivo examinado por Konstan es el valor de la preparación y de la competición atlética, tan importante entre los griegos, que se considera como una representación artística, dramática incluso, frente al carácter utilitario –el entrenamiento para la guerra– como es concebida por los romanos acostumbrados, claro está a los espectáculos de gladiadores.


Este coloquio, con todo este número de variadas intervenciones de los participantes, nos ha permitido revisar algunos aspectos ya tratados de la obra de Luciano de Samosata, tales como su vinculación con la paideia y la escuela, sus innovaciones literarias, la posición filosófica que adopta, la relación de sus escritos con etapas de su biografía o la visión que tenía del mundo donde vivía y actuaba. Hemos podido, pues, acercarnos un poco más a la figura de un autor que, como tantas veces se ha puesto de manifiesto durante las sesiones, nos muestra en una sola persona todo un juego de máscaras y de identidades.